Capítulo 1
Martín
dijo a Nancy que le daría solamente cinco minutos para ducharse y vestirse, y
que si dentro de ese tiempo ella no estuviera al cien por ciento arreglada, que
él se iría solo a ver a su hermana y cuñado, que según ellos, se irían a un bar
a picar algo.
Era imposible que Nancy
estuviera arreglada en tan solo cinco minutos, ya que estuvo todo
el día en el huerto de Martín con un hacha en las manos quitando todo el
matorral que se acumulaba, por ese motivo estaba muy sudada, despeinada y
necesitaba más que cinco minutos para lavarse bien el pelo y hacer todos los
preparativos que le conviene a una mujer para salir de casa en perfectas
condiciones.
Aún estaba duchándose cuando escuchó un fuerte porrazo
de la puerta cerrando, fue cuando percibió que él de verdad no estaba de broma,
y se había marchado sin el mínimo de respeto o consideración por su esposa,
según las amigas españolas de Nancy, Martín ya "pasaba olímpicamente"
de Nancy, que le daba absolutamente igual sus sentimientos, que importante era
que Nancy fuera un objeto sexual, disponible a cualquier hora que él la
deseara.
A ninguna mujer se le da bien ser machacada al extremo
y fingir que está todo en perfecta harmonía y luego entregarse como si no
hubiera pasado nada. Ella lo sabía, tenía claro sus valores familiares y su
educación no era para ser sumisa al extremo, sino hacer los deberes de casa
como una esposa normal, no como un objecto sin valor.
Salió del baño con los ojos hinchados de tanto llorar,
no creía en todo lo que le estaba sucediendo, su cuento de hadas nada más era
que un completo infierno, una realidad que jamás pensó vivirla. Aquel hombre
que ella había conocido en Brasil sabía a vino de calidad, y hoy más parecía un
vaso de de alcohol etílico puro, imposible de tragar!
Nancy se quedó en el balcón de su piso por muchas y
muchas horas, miraba al cielo, a las calles, a la gente que pasaba, y pedía a
Dios una respuesta clara, o que alguien le dijera claramente que tenía que
hacer y como debería hacerlo para salir de aquella pesadilla. Se quedó allí
esperando a que él volviera a casa, pues ya no conseguía creer que se había ido
con su hermana a ninguna parte, ya olía a traición, sino, ¿por que no la esperó
terminar la ducha? Fue cuando de repente, vio a Martín llegando de coche con su
hermana ya muy tarde de la noche, venían de tomar copas juntos. De echo,
escuchó a los dos hablando mal de ella y riéndose como si no hubiera nadie más
en el mundo que pudiera escuchar a los dos. Nancy a cada vez más se daba cuenta
que Martín no era el príncipe encantado que había conocido. O él había cambiado
o siempre había sido así, pero usando una muy buena máscara para ocultar su
carácter, borde, obsesivo y destructivo y eso era lo más probable.
Martín ya no quería llevar a Nancy a ningún sitio,
tampoco presentarla a la gente. La tenía prohibida de decir a quienquiera que
fuera que estaban casados, todo tenía que estar en el más profundo y perfecto
secreto. Ni siquiera sus amigos que estuvieran en Brasil podían saberlo, a
demás, su familia tampoco. ¿Pero Nancy se preguntaba, por qué nadie podría
saberlo? Estaban felizmente casados, enamorados, haciendo el amor absolutamente
todos los días, algunas veces hasta cinco veces al día, como dos ninfomaníacos.
¿Pero qué pasó con las promesas de fidelidad, respeto, en la salud o enfermedad
y de amor eterno?
La hermana de Martín, Alba García, era psicóloga y muy
creída que era la mejor persona del mundo, la mejor esposa, la mejor hermana,
la mejor hija y, de echo, la mejor de todo en lo que hacía, se portaba como una
lady delante de la gente. Todos la miraban con esplendor y respeto, tamaña
similitud tenía con su hermano en ese aspecto, pues todos también los
consideraban iguales, graciosos y buenos amigos de los demás.
A principio, Alba envió varios regalos a Nancy en
Brasil, desde bolsas, pulseras, cremas hidratantes, todo eso como un símbolo
de bienvenida a la familia García, junto a estos regalos había una
carta que hablaba que esa no era la mejor familia del mundo, también decía que
tenían muchos defectos como cualquier otra, pero que allí Nancy tendría todo el
apoyo y amor del mundo, desde que hiciera a su hermanito pequeño feliz.
La carta de su cuñada ya contenían mensajes ocultas que
Nancy tampoco se había percatado, como "o hacía a su hermano feliz o ese
amor y el apoyo incondicional ya no existirían". ¿Cómo no había percibido
en ese momento que toda la familia eran de narcisistas, y trabajaban en
conjunto como una manada para hacer a los demás sufrir en caso que la cosa no
funcionara como a ellos les gustarían?
El universo siempre estaba enviando señales a Nancy, de
lo que vendría en el futuro, pero Nancy estaba tan enamorada, tan ilusionada
con su príncipe encantado, que pasó por encima de su instinto, de sus valores
como ser humano, de la realidad que muchos lo sufren, pero que solo descubren
lo que es la verdadera realidad cuando sienten en la piel el amargor del día a
día de tantas frustraciones.
Al entrar en casa, Martín se fue a su habitación, se
tumbó y se durmió tranquilamente, como si no existiera nadie más en la casa. Su
fuerte rechazo hacía su esposa era tremendo, y los daños que la estaban
causando ya eran demasiados y por supuesto que eran irreparables, un camino sin
vuelta.
Las ropas de Nancy eran guardadas en un armario en la
habitación de huéspedes y aprovechando que estaban allí, Nancy se puso a
arreglar sus maletas, pieza por pieza, con el intento de que no se quedara nada
allí en el piso de Martín, todo eso guardados en dos maletas de treinta y dos
kilos, por lo cual se podían guardar casi todas para llevarse de vuelta a
Brasil todo lo que había traído a España en la primera oportunidad que tuviera,
aunque su corazón decía que se estaba precipitando, que Martín quizás
cambiaría. Un suave engaño por parte de Nancy haber pensado así, para no decir
claramente que fue un tremendo error. Cuantas cosas podrían haber sido evitadas
si hubiera escuchado a su instinto interior.
Al amanecer, Martín buscó a Nancy en su cama para
forzarla a hacer el sexo matinal al que él estaba acostumbrado, pero percibió
que Nancy no había dormido en la habitación del matrimonio, sino en la de
huésped. Se acercó a ver si la pillaba y la forzara a hacer el sexo, y fue
cuando se dio cuenta que tenía sus maletas de pie, debidamente lista para
fugarse, al que este no pensó dos veces, se vistió rápidamente, salió sin
desayunar y cerró la puerta de manera silenciosa.
Nancy no había cerrado los ojos toda la noche, había
llorado horas tras horas. Se sentía frustrada, decepcionada. Esperaba a que él
se acercara y le pidiera perdón o alguna disculpa, por más sencilla que fuera,
pero eso no pasó, sintió aun mas fuerte su rechazo hacía a ella.
Esperó escuchar la puerta cerrando para levantarse.
Sabía que él tenía que salir a trabajar y se hacía tarde, pero el tiempo pasada
y ella no escuchaba ningún ruido. Entonces decidió levantarse, desayunar y
quizás enfrentar la fiera de frente en caso que estuviera allí esperando a por
ella. Al bajar a la cocina, vio que Martín se había ido, sin siquiera
desayunar, pues no había ninguna vaso, ni vajilla ni nada para lavar, cosa que
era muy rara pasar, fue cuando se acercó al salón y vio que él se había llevado
a sus llaves y cerrado la puerta por fuera, dejándola sin poder salir de casa
en caso de alguna necesidad.
Martín solía salir a trabajar a las siete de la mañana
y volver a casa a media noche, como se quedaría Nancy tanto tiempo allí? ¿Y si
hubiera un accidente? ¿Y si se enfermara? ¿Cómo iba a salir de allí? Todas las
ventanas tenían rejas y era imposible saltar.
Nancy tuvo una crisis de tristeza, mezclado a una gran
ansiedad y sentimiento de humillaciones, el miedo la consumía y la frustración
la encerraba en sus peores pensamientos. Sintió que perdió el control de su
vida y empezó a golpearse a si misma una y otra vez, quería perder la vida,
quería salir de esa relación de abusos extremos y no tenía fuerzas, tampoco
sabía claramente cómo hacerlo. Estaba segura que ya tenía razones suficientes
para partir y no mirar hacia atrás, pero es aquí donde empieza su historia...
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