Capítulo 3
Su padre
se llamaba Raimundo Castro, era un señor mayor, ya tenía sus 90 años, viudo. La
madre de Nancy había muerto de cáncer hace unos pocos años, por lo que hablar
de ese asunto le resultaba aun bastante difícil.
El abuelo
de Nancy, Francisco Castro, fue uno de los primeros moradores de aquel pueblo,
hasta entonces no existían moradores allí. Es cierto que el hombre pagó por
todas esas tierras a uno anciano nativo que vivía alrededor.
Era un
hombre con dinero, tenía varios barcos de pesca y empezó a desarrollar aquella
localidad. Trajo sus empleados con sus familias de otros pueblos más lejanos y
les dio tierras para construir sus casas. Registró a sus empleados con su
apellido, ya que estos no eran registrados en la época y no tenían raíces
familiares.
Antiguamente,
la gente sencilla no tenía la preocupación de registrar sus apellidos, no era
obligatorio, y así se quedaban olvidados a la margen de la sociedad. De esa
manera se empezó la tradición de la familia de Nancy. Con fortuna y
bendiciones, eran queridos por todos del pueblo. El respeto era algo que no
podía faltar hacia su familia por tamaña gratitud que le tenían a su abuelo y
padre.
Los años
se pasaron y el Raimundo tuvo cinco hijos, por lo cual Nancy era la más
pequeña, y la que vivía con él tras el fallecimiento de su amada madre, ya que
sus hermanos vivían en Fortaleza y venían solamente en los fines de semana a
visitarlos y pasarlo bien en familia.
Por donde
iban la gente os miraba, os saludaba y por encima os respetaba. Eso era algo a
que Nancy ya estaba acostumbrada. Aunque no fuera una princesa real, pero así
la trataban cariñosamente. Su humildad hacía tratar a la gente como debería
ser, de igual a igual, y eso era lo que dejaba la gente contenta en aquella
pequeña localidad.
Muchos
chicos se apuntaron a casarse con ella, por su familia adinerada. Ese era un
gran problema.
Un día se acercó
un chico, Daniel Pontes, hijo de un jefe de policía muy conocido y respetado en
la región. Él era abogado, pero conocido como un borracho fanfarrón y mujeriego
por la sociedad y para juntar las familias, con el apoyo de su padre, le pidió
a Nancy en matrimonio, y mismo sin amor, de pronto, Nancy aceptó, aunque su
instinto decía que él no era la persona cierta.
Fueron
conociéndose, pero el chico seguía ligando con todas las mujeres que se
acercaban, mismo estando Nancy cerca. Lista como era ella, inmediatamente se
percató que la gente tenía razón y hablaba la verdad sobre él.
No tenían
relaciones, ni cercanías suficientes para sentar y aclarar las cosas, pero
siguieron juntos por respeto al dicho compromiso, quizás él cambiaría con el
tiempo y la cosa podría funcionar.
Nancy y
Daniel fueron a una fiesta juntos, y al llegar en casa, Nancy pidió ayuda a su
prometido, que le bajara la cremallera de su vestido, usaba una tanga muy sexy
y esperaba a que tuvieran relaciones calientes y de una manera que jamás
hubiera pensado. Daniel la miró, se tumbó en la cama y de echo, se durmió! Por
ser un borracho, meó en el colchón de Nancy, lo que la dejó muy triste, ya que
ese colchón había sido un regalo de su fallecida madre.
Al día
siguiente, Nancy cogió las ropas de Daniel para lavarlas y encontró dentro del
bolsillo una servilla manchada de pintalabios de color rojo vivo, la marca de
una boca y un trazo arrastrando en el papel, se notaba que alguien sacó la
ultima gota de color para no estropearle lo que suponía la camisa. Tuvieran una
discusión, pero al final, Nancy lo perdonó! Aunque Nancy buscó entre todas las
compañeras a ver quien usaba dicho color para poder investigar más a fondo las
circunstancias.
Pasados
unos meses, Nancy vio por las redes sociales otro chico, que se declaraba
abiertamente a su novio en una fiesta del ayuntamiento, diciendo que estaba al
lado del amor de su vida, que lo amaba y que aquel día sería increíble. Con
esas declaraciones se quedó claro que su imagen de mujeriego nada más era una máscara
para ocultar su opción sexual, debido a que su padre era un hombre duro y
rígido de la policía. Nancy llamó a su prima y preguntó quien estaba al lado de
quien en dicha fiesta, y allí Nancy casi se cae dura en el suelo. Pq solo había
una posibilidad, que él era de verdad gay y eso explicaba porque Daniel nunca,
jamás, le hizo sexo oral o salvaje entre cuatro paredes, él era claramente gay
y tenía asco de estar a solas con una mujer. Eso explicaba muchas cosas, y sus
relación sexual casi a cero, y de manera rápida! Quería engañar a Nancy
también. Lo que él no entendía es que engañaba a si mismo, y a nadie más.
-Otra vez
dirán por las calles que no aguanto con hombre ningún! – pensó alto, ya que vez
u otra escuchaba estos rumores por las calles, de los hombres menos adinerados
de su pueblo, que en su cabeza no pasaban de simples cotillas.
¡Al
percibir todo lo que se pasaba en su entorno decidió dar fin a su noviazgo,
independiente de lo que diría la gente!
Nancy no
quería decirle directamente que había descubierto su opción sexual, porque
demasiado difícil debería ser vivir de esa manera, entonces lo invitó a comer
en un restaurante lejano y tranquilo, para intentar entrar en el asunto.
En el
restaurante, Nancy lo vio hablando en su móvil de una manera bastante
entretenido y sin darle importancia a la presencia de Nancy.
- ¿Con
quién tanto hablas? ¿Que no me das nada de atención? , le preguntó Nancy.
- Métase
con tu puta vida!, contestó Daniel.
Nancy
sabía que aquel era el momento exacto para terminar con todo. Se levantó de la
mesa y salió andando sola, en busca de un taxi. Allí no habían taxis, ni nadie
que la pudiera ayudar, entonces salió caminando sola hasta que un hombre
desconocido preguntó si ella quería montar en su coche, y sin opciones, Nancy aceptó
la amabilidad del hombre y se fue a su casa. En mitad del camino, Daniel
emparejó su coche al de hombre, intentando forzar que se parara y que Nancy
bajara de su coche, pero eso no pasó y siguieron la dirección de la casa del
padre de Nancy.
Al bajar del
coche, Nancy agradeció al desconocido, le dio una propina y entró en su casa
para dejar a su bolso y se bajó directamente a la playa, dándole tiempo a
Daniel para que cogiera sus cosas y se marchara de su casa. Al bajar el sol,
Nancy volvió a casa y vio que Daniel seguía allí, pero percibió que su coche
estaba con todo su bagaje dentro. Daniel estaba sentado con el padre de Nancy
jugando cartas, como una despedida entre ellos. Nancy pasó sin saludar y subió
a su habitación para ducharse y enseguida bajar para cenar con su amado padre.
Al hacer eso, de pronto Daniel se marchó, sin despedidas, ni conversas, ni
nada!
Terminó
con Daniel sin que su padre se enterara de sus preferencias, pero Nancy sabía
que era cuestión de días para salir a la luz todo eso, aunque estaba decidida a
que si la verdad saliera a la luz, que no fuera por su boca. Deseó que fuera
feliz y que tuviera el valor de asumir sus preferencias, para no tener que
dañar a si mismo y a los demás.
Ni Daniel
sabía el real motivo por lo cual Nancy había roto y aun intentó que Nancy
volviera atrás y reconsiderara semanas después del término, y por días seguidos
iba todas las tardes a hacer compañía a Raimundo y jugar cartas con él, con el
pensamiento de hacer con que Nancy reconsiderara, tomando otro no rotundamente
como respuesta.
Después de
esa relación, fue cuando Nancy de verdad se dio cuenta que debería hacer algo
por cambiar de vida, de dar un giro de una vez por todas y encontrar a su
hombre.
Tuvo
varios novios antes de Daniel, pero siempre y al cabo se descubría que no había
amor, y todo era por llevarla como un trofeo, por decir a la sociedad que
estaban con la nieta de Francisco, la última nieta soltera. Ese el real motivo
por lo cual Nancy ya estaba tan cansada de vivir allí. Ella quería más, ella
sabía que se merecía más que ese montón de aprovechados. Ella sentía que había
alguien a quien amar más allá del océano. Algo fuerte le hablaba dentro de
ella.
Un día,
cuando su padre se quedó dormido, ya tarde de la noche, Nancy se fue a la
baldosa y empezó a mirar las estrellas y pensando, habló sola en voz alta:
-¿Por qué
hay tantas personas enamoradas desde joven y yo sigo aquí envejeciendo día tras
días, esperando a que alguien de verdad me valore, me respete y me ame de
verdad como uno se lo merece?
Nancy no
perdía las esperanzas, pero sabía que el tiempo era cruel y no perdonaba la
edad. Veía sus amigas casando, teniendo hijos y haciendo viajes en familia,
mientras ella vivía de soñar con la suya que debería construir. ¿Pero cuando
sería eso?
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